La ex-startup WeWork se ha declarado en bancarrota, marcando un hito en su tumultuosa historia. En un acuerdo con sus acreedores, que representan el 92% de sus notas garantizadas, la empresa planea reestructurar su cartera de alquiler de espacios de oficina. La quiebra llega después de que WeWork solicitara el Capítulo 11 de la ley de Nueva Jersey, declarando activos por $15,000 millones en noviembre.
Esta bancarrota es el punto culminante de una historia llena de altibajos para WeWork, que en su apogeo fue el mayor inquilino de oficinas en Manhattan. Su rápida ascensión y caída han sido objeto de atención tanto en Wall Street como en Silicon Valley.
WeWork comenzó a experimentar problemas en 2019, pasando de planificar una Oferta Pública Inicial (OPI) a recortar miles de empleos y recibir un rescate financiero millonario. Otras empresas de espacios de oficina compartidos, como Knotel Inc. y filiales de IWG Plc, también sufrieron dificultades tras los cambios en las dinámicas laborales provocados por la pandemia.
Aunque WeWork llegó a un amplio acuerdo de reestructuración de deuda a principios de 2023, pronto se encontró nuevamente en problemas. En agosto, expresaron «dudas sustanciales» sobre su capacidad para continuar operando. Poco después, anunciaron que renegociarían casi todos sus contratos de arrendamiento y se retirarían de ubicaciones de bajo rendimiento.
La bancarrota es a menudo la única opción para empresas en dificultades con contratos de arrendamiento costosos, ya que les permite deshacerse de contratos difíciles de cancelar bajo la legislación estadounidense.
A pesar de tener una presencia en 777 ubicaciones en 39 países a partir de junio, WeWork aún no ha logrado ser rentable.
La empresa ha solicitado la capacidad de rechazar contratos de arrendamiento en ubicaciones que en su mayoría no son operativas y ha notificado a todos los miembros afectados. También planea presentar procedimientos de reconocimiento en Canadá, pero las ubicaciones en otros lugares no están involucradas en el proceso de bancarrota. Los franquiciados de WeWork en todo el mundo tampoco se verán afectados, y la empresa continuará prestando servicios a sus miembros, proveedores, socios y otras partes interesadas como de costumbre.
El camino que llevó a WeWork a esta situación fue inusual. Durante gran parte de su historia, la empresa operó bajo la misión de «elevar la conciencia en el mundo». La orientación espiritual promovida por el fundador Adam Neumann y su esposa, la ejecutiva y cofundadora Rebekah Neumann, a veces hacía que la empresa se asemejara más a una organización religiosa que a una startup.
Finalmente, WeWork se hizo pública en 2021 a través de una fusión con una empresa de adquisición con fines especiales, dos años después de su OPI inicialmente planeada.
Sin embargo, WeWork continuó perdiendo dinero. En un último intento de cambio de rumbo en marzo, la empresa llevó a cabo una reestructuración extrajudicial que recortó aproximadamente $1,500 millones de deuda y extendió otros vencimientos.»
Artículo original escrito en La República